Resumen:
Hablar de la experiencia es hablar de eso que nos acontece, que sufrimos y vivimos corporalmente. Es además hacer alusión a los sentidos subjetivos y simbólicos que la experiencia guarda y que se reinterpretan permanentemente, a saber, la experiencia contiene una dimensión lingüística que posibilita crear un sentido de la propia existencia. El cuerpo, es concebido como experiencia, totalidad y como existencia biográfica; la vida y el trayecto del sujeto registrada y significada en el devenir histórico desde la posibilidad del lenguaje. Así pues, cada individuo puede buscar y configurar sentidos a su cotidianidad, a sus relaciones intersubjetivas y también al cuerpo. Se plantea pensar la experiencia del cuerpo en la infancia desde una perspectiva simbólica, esto es porque la infancia da cuenta de manera privilegiada de la construcción social y singular de los imaginarios del cuerpo, puesto que ya se pone de manifiesto la acción cultural en las maneras de percibir y representar la experiencia corporal, estas concepciones están fundamentadas en aquello que los niños y niñas vivencian en su contexto familiar, social y de manera especial en el escolar. Asimismo, la escuela y los discursos educativos contemporáneos se desarrollan en medio de una crisis de experiencia y por tanto de sentido que la modernidad trajo consigo. Lo anterior indica una experiencia que progresivamente se ha ido relegando de los espacios y tiempos educativos restringiendo con ello la oportunidad de significar el cuerpo y sus atributos, reproduciendo a su vez modelos y concepciones del cuerpo predefinidas, enajenadas y dicotómicas.