Resumen:
El bajo consumo de frutas y hortalizas en poblaciones rurales se debe a la preferencia de alimentos calóricos y de menor costo, poca oferta de frutas y hortalizas, introducción de alimentos de fácil consumo y agradables al gusto. Esta hipótesis fue validada con familias rurales del Urabá Antioqueño inscritas en un proyecto de seguridad alimentaria, ejecutado por la Organización para la Alimentación y la Agricultura -FAO, el Plan de Mejoramiento Alimentario y Nutricional de Antioquia-MANA y la Empresa Bananera de Colombia -BANACOL. La Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere beneficios de estos alimentos para la salud y recomienda el consumo de cinco porciones al día por persona (400 gramos); lo anterior es impulsado por campañas mundiales y nacionales, sin embargo estos alimentos son utilizados en pocas cantidades y son considerados por las poblaciones como alimentos secundarios. A diferencia de la mayoría de investigaciones e intervenciones en el tema que se basan en medición de indicadores de consumo e implementación de programas técnicos en nutrición, esta investigación planteo como objetivo la interpretación de las prácticas en el consumo de frutas y hortalizas en hogares de dos comunidades de la zona rural del municipio de Turbo, con el abordaje del enfoque cualitativo y el método etnográfico, buscando el reconocimiento del sujeto en términos de su cultura, sus prácticas alimentarias y las pautas de crianza. Entre los principales hallazgos se encontró que la elección y consumo de los alimentos está determinado por la cultura, las tradiciones y el gusto; las preparaciones de alimentos en la actualidad se basan en las costumbres ancestrales y alimentos que se han ido incorporando en la canasta básica. Las estrategias de los padres para impulsar el consumo de frutas y hortalizas incluyen la concertación u obligación; cuando los ingresos económicos son bajos hay menos posibilidades de adquirir frutas y hortalizas.