Resumen:
Desde los primeros años de culturización del ser humano se reconoce la importancia que ejerce la educación en el desarrollo social, económico, político y moral de cualquier colectividad; en la actualidad los procesos educativos han instituido grandes faltas y falencias en la sociedad colombiana; cuando se habla de educación, nuestro país está ubicado entre los últimos y con caracterización de mala calidad, teniendo ausencia de muchos aspectos necesarios, y hasta de los mínimos, requeridos para garantizar tan siquiera una educación formal y respetable.
En relación con la realidad adversa por la que pasa la educación en el país, es el docente como figura primordial de este proceso quién debe guiar, orientar y formar las nuevas generaciones que estructuran el futuro próximo de la ordenación social, por ende la figura de este, es constantemente señalada, diversificada, cosificada y reestructurada por las políticas gubernamentales que diariamente se comparan su resultados con los de otros países, optando simplemente por adoptar y adaptar modelos educativos foráneos y con marcadas diferencias sociales, culturales y económicas.
Reconociendo la vital importancia que tiene el papel del docente, conviene subrayar el hecho de que también es un ser humano, es un individuo pensante, sintiente y actuante, con posturas fijas sobre lo que hace, lo que desea y lo que requiere; que además es permeado y constantemente afectado por factores externos que lo llevan naturalmente por diversos caminos, modos de pensar e interpretar su realidad y su proceder profesional.