Resumen:
Los nuevos enfoques de Gestión del Talento, señalan claramente la forma en que el Ser Humano, se constituye en el eje que hace probable el cumplimiento de los objetivos empresariales: son las personas de la organización quienes posibilitan, junto a los demás recursos, el desarrollo de ventajas competitivas sostenibles; en palabras de Edward Gubbman “las oportunidades estratégicas reales para convertirse en un éxito singular, llegar a ser único y moverse rápido, están en su recurso más singular y potencialmente más poderoso: su fuerza laboral…”1
Este planteamiento, ha sido comprendido por las organizaciones de éxito, en las cuales su Talento Humano es considerado como el activo de mayor valor dentro de la organización. Son las personas, y los grupos al interior de la organización quienes llevan sobre sí la responsabilidad de tomar decisiones exitosas o no; de emprender acciones que contribuyen al desarrollo organizacional, o por el contrario, llevarla camino hacia el fracaso.
En este sentido, la comunicación en las organizaciones, juega un papel esencial, al constituirse en un proceso vivo y permanente, de intercambio de símbolos y significados entre seres humanos, y a través de éste en la forma por la cual las personas hacen manifiesta su participación en la vida organizacional.De igual forma, si se considera que “... las Organizaciones son, de manera ejemplar, a la vez creaciones sociales y creadoras de significados”2, se comprende también que para el afianzamiento de cierta disposición mental compartida, y para el intercambio de símbolos, signos y significados, el proceso comunicativo, no sólo es necesario, sino también inevitable; es así como la comunicación organizacional, al expresar –formal e informalmente- la vivencia y el comportamiento individual y colectivo, puede facilitar o por el contrario obstaculizar el logro de los objetivos organizacionales, si no es adecuadamente manejada.
Teniendo este precedente, se hace necesario identificar la forma en que la comunicación misma, se puede constituir en un eje transversal para el logro de los propósitos organizacionales así como para la articulación de los procesos estratégicos.
En particular, el entorno universitario es un medio académico en el que la comunicación ocupa un papel fundamental: los actos comunicativos configuran escenarios de interacción en torno a los procesos de docencia, investigativo y de proyección social. Es así como la comunicación, vista como hecho social, trasciende el fenómeno de transmisión de datos que configuran información y se constituye en las instituciones de Educación Superior, en materia viva de interacciones entre personas de la comunidad académica: docentes, investigadores, estudiantes, comunidad externa y de éstas como agentes de procesos interconexos de docencia, investigación y proyección social.