Resumen:
En los tiempos actuales,cuando todas las formas de vida humana experimentan la condición de hacer parte de un mundo de pura contingencia, es indispensable y éticamente ineludible, preguntarse por las características del campo social de donde emergen diferencias enunciables como formas jamás pensadas de violencia simbólica, tal el carácter ontólogico de la guerra y su capacidad de destrucción masiva y aún planetaria en el mundo de hoy. La guerra se toma en un operador semiótico constructor de subjetividad, que actúa a la manera de la divisa orwelliana, en la relación "La guerra es la paz" (Orwell, 2005). En estas circunstancias resulta obligada la pregunta por nuestras capacidades constitutivas de composición social, por los modos de acción de nuestra potencia constitutiva y que nos lleva a asumir lo que Bateson llama "la ecología de las ideas nocivas" (Bateson 1985: 517) a la hora de abordar el problema de un sujeto, escindido de su ambiente que nos es constitutiva, redimensionar y resignificar nuestra capacidad de agencia en el plano de lo social, reducida ostensiblemente por la escisión mente-cuerpo que aún nos construye.