La narración escrita como estrategia para fortalecer la comunicación en niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad: Estudio piloto

Abstract

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una perturbación del desarrollo cuya alta prevalencia puede afectar entre 4% y 10% de la población escolar (Ruíz, 2007). Esta investigación pretende llevar a cabo un estudio piloto acerca de los cambios en las habilidades narrativas y comunicativas de seis niños con TDAH después de trabajar con ellos seis talleres basados en la estrategia de narración escrita de cuentos. Se diseñará una alternativa diferente de intervención, debido a que la mayoría se han centrado en la medicación y en las pautas de crianza, dejando de lado otros procesos cognitivos fundamentales que podrían ser una opción en la que el niño participe de manera activa. Así mismo, se busca complementar el enfoque de tratamiento actual con el TDAH basado en el control externo que demanda una supervisión permanente por parte de los adultos y no posibilita que el niño afectado con el TDAH pueda automonitorear el proceso mediante su propio lenguaje. En investigaciones como las de Tannock (1997), Miranda (2004) y Vaquerizo, Estévez y Díaz (2006). Se considera que las dificultades en el lenguaje de los niños con TDAH alteran sus interacciones sociales y es un aspecto que no ha recibido la atención necesaria debido a que el foco de atención está en lo comportamental. Se espera que mediante una intervención en las habilidades comunicativas el niño pueda mejorar la comprensión de mensajes y la expresión de contenidos o estados mentales, utilizando para esto una metodología lúdica centrada en la escritura (Vaquerizo, Estévez y Díaz, 2006). El niño con TDAH se caracteriza por tener un comportamiento impulsivo que lo lleva a actuar en lugar de hablar, hecho que plantea la búsqueda de estrategias de intervención que no estén dirigidas sólo al control comportamental, sino a los procesos comunicativos. La metodología propuesta de narración escrita de cuentos guarda relación con aspectos de la vida real y permite poner en escena personajes con quienes se identifica el narrador (Bruner, 2004). Las habilidades comunicativas de los niños con TDAH han sido estudiadas en busca de la comprensión de sus dificultades de interacción social y para esto se ha utilizado la narración (Gallardo 2008; Vaquerizo, 2006). Los estudios revisados no mostraron dificultades en extracción de las ideas principales de las historias pero sí en la organización y planificación del relato, al igual que problemas para contextualizar la narración de manera que se establezca una adecuada comprensión por parte del interlocutor; esto se conoce como la función pragmática del lenguaje (Van Dijk, 2000). Según la teoría sociocultural de Vygotsky (1934/1995) el habla privada cumple un papel fundamental en la formación de procesos cognitivos superiores y en las funciones autorregulatorias. Ésta constituye un lenguaje hablado en alto que se dirige a uno mismo y que luego va internalizándose para convertirse en pensamiento verbal. Los hallazgos de Martínez (2004) muestran que los niños con TDAH no presentan disminución del habla privada, pero sí dificultad en la interacción con el adulto. En esta misma perspectiva, Bruner (1995) plantea el papel del adulto como facilitador del desarrollo social del niño para autorregular sus interacciones mediante el lenguaje, proceso que permite organizar los pensamientos sobre el mundo y habilita al niño como hablante y miembro de una comunidad cultural. Para esta investigación se utilizó el diseño ABA, en el que se hace una evaluación inicial, luego se lleva a cabo la intervención y posteriormente se hace una evaluación final, con el fin de comparar ambos momentos y verificar si se producen o no cambios en las habilidades narrativas después de la intervención. Para tal fin se creó un protocolo en el que hay una parte preliminar al trabajo narrativo que busca evaluar las características cognitivas de cada niño y confirmar el diagnóstico de TDAH mediante la aplicación de pruebas específicas para niños con esta alteración; estas son: Los cuestionarios Conners(Conners, 1979) y la lista de síntomas del DSM-IV (Achenhbach, 1978). El cociente intelectual se evalúa con el Wisc-R (Wechsler, 1994); la memoria verbal y visual con la curva de memoria verbal (Luria, 1976) y la figura de Rey (Rey, 1959); y la evaluación de la función ejecutiva con el test Wisconsin (Grant y Berg, 1948). Después de las pruebas preliminares los niños hacen una narración escrita que servirá de base para saber cómo están las habilidades narrativas antes de comenzar los talleres de cuentos. Posteriormente se inician los talleres de narración escrita utilizando diferentes metodologías como “La Pequeña Fábrica de Cuentos”(Gillig, 2000). Al finalizar cada relato escrito se calificará según criterios ya establecidos y se hará una retroalimentación con cada niño para corregir los aspectos que se consideran susceptibles de mejorar en la narración. Cuando se culmina el ciclo de talleres, se evalúan las habilidades narrativas de los niños mediante la escritura de un nuevo cuento para saber si hubo cambios.