Abstract:
El feminicidio como algo que se ve, está hecho de aquello que no se ve y su ejecución no es la máxima expresión de la violencia de género, y tampoco es únicamente una necropolítica de género como expresó Montserrat Sagot (2002) porque NO se nos mata brutalmente únicamente por el odio social y culturalmente impulsado y justificado contra la condición de universal de mujeres sino que, también influyen en esta práctica, condiciones relacionadas con la precarización sistemática de la vida y el menosprecio a las clases sociales consideradas inferiores, la persecución a etnias y culturas asumidas como peligrosas, la vergüenza y odio a las orientaciones e identidades no heteronormativas, entre otros asuntos que atraviesan nuestra vida de mujeres subalternizadas. Esto indica que, si bien el feminicidio ocurre al parecer indistintamente a todas las mujeres, el nivel de exposición, riesgo y recurrencia en los casos estudiados desde esta investigación y en nuestras experiencias cartografiadas y narradas, nos permite comprender que es mayor para aquellas mujeres en las que se juntan más violencias estructurales, directas y simbólicas.